El Espejo
Cada vez que nos miramos en el espejo, podemos ver nuestra imagen. Muchas veces nos agrada la imagen que estamos viendo y en otras ocasiones no es así. Hay muchas personas que tienen una imagen distorsionada de sí mismos entonces, aquí viene la gran pregunta: ¿Cómo te percibes a ti misma, cuando estás sola frente al espejo? Puede ser que te percibas muy gorda, muy flaca o puedes decir: Hay Dios mío me veo horrible.
A nosotras cuando nos vestimos, nos gusta mirarnos al espejo, desde la cabeza hasta los pies, y en muchas ocasiones terminamos cambiándonos de ropa, porque el atuendo que escogimos no nos gusta como nos queda. Esto hace que terminemos con una montaña de ropa sobre la cama. Esto sucede porque no estamos satisfechas con nuestra autoimagen.
Pero hay una gran realidad, y es que nuestra autoimagen se comienza a construir desde nuestra niñez. Es un conglomerado de experiencias vividas, palabras de aceptación que nos otorgaron personas significativas en nuestra vida o palabras de rechazo. Todos estos recuerdos los llevamos en el subconsciente y cuando eres aceptada te vas a sentir motivada y segura de ti misma y crees más en ti. Pero cuando has sido rechazada, recibido críticas y has sido comparada con otros, nosotras mismas nos descalificamos y esto hace que emocionalmente comencemos a desarrollar una gran debilidad y múltiples inseguridades.
Cuando te miras al espejo: ¿Te gusta la imagen que ves? ¿Estás contenta contigo misma? O quizás puede ser que evites mirarte en el espejo, ¿que solo quieres que tus fotografías sean de tu cara o de la cintura hacia arriba o le tienes pánico a la toma de fotos?
Hoy te invito a reflexionar, pues en muchas ocasiones no podemos entender la verdadera razón de nuestras conductas. Dios sana las heridas de nuestro corazón, y nos imparte una libertad plena. El, sana y restaura nuestro pasado.
Para meditar:
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó. Eclesiastés 3:15